En una ciudad a la que llamaban la ciudad
de los locos, por lo peculiar de sus habitantes - una de tantas hoy en día -,
solía ir a caminar por las montañas un derviche muy famoso. El contacto con la
Naturaleza en esas montañas le transmitía una energía muy especial. Un día
vio a una mujer que llevaba a la espalda una pesada puerta.
-¿Por qué vas tan cargada? - preguntó.
-Porque esta mañana, al salir a trabajar,
mi marido me ha dicho: "Hay objetos de valor en casa: Que nadie pase por
esta puerta". Y por eso, al salir, me he llevado la puerta conmigo. Para
que nadie pueda pasar por ella.
-¿Quieres -le propuso el derviche- que te
diga una cosa para que no tengas que cargar con esa puerta?
-No -contestó ella-. Lo único que podría
ayudarme es saber cómo hacer que esta puerta sea menos pesada.
-Eso no puedo decírtelo -contestó el
derviche. Y cada uno siguió por su camino.
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Este cuento parece exagerado...pero la
mayoría de nosotros no solo llevamos una puerta sobre los hombros...si no que
llevamos un edificio entero lleno de recuerdos, prejuicios, imágenes, rencores,
creencias, etc. De vez en cuando alguien nos sugiere ideas de como liberarnos
de tan pesada carga, pero al igual que la mujer del cuento, rechazamos
cualquier ayuda que no este dentro del "alcance de nuestro
entendimiento".
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